ALEMANIA Y EUROPA

Tras un corto periodo vacacional de alpargata y chancleta como corresponde a la crisis, volvemos la mirada hacia la prensa, y observamos que Alemania sigue ocupando las cabeceras de los medios económicos y políticos como ya ocurrió con el semestre de presidencia española, más parecido a un semestre de presidencia alemana con administración española. Angela Merkel y el Bundesbank marcan la línea editorial acerca de la crisis económica y política del proceso de construcción europea y su modelo social conservador y neoliberal.

No sólo decidieron la sumisión de Grecia a sus dictados económicos, sino que trasladaron la desconfianza hacia España, Portugal e Italia (como se puede comprobar todos países mediterráneos). Ello supuso que los mercados financieros actuaran con gran voracidad sobre la deuda de estos países como si no formaran parte de una Europa unida por una moneda, el euro; y supuestamente por unas relaciones comerciales y políticas entre iguales.

Continuamente se define Alemania como el principal motor de la economía europea; la locomotora a la que se enganchan los países centroeuropeos y Francia como vagones de primera, mientras los países mediterráneos viajan en segunda, y los países de la reciente ampliación al este en los vagones de tercera. Y así, con la maquinista Angela Merkel, el Banco Central Europeo y su primo el Banco Central Alemán (el Bundesbank), se supone que Europa viaja en un tren de alta velocidad compitiendo con los trenes americanos y asiáticos.

Pues vaya engaño el de este tren que más que de alta velocidad es de alta austeridad, con crecimiento económico para unos pocos y deterioro general para la mayoría de los viajeros. La locomotora alemana crece gracias a sus exportaciones y no gracias al consumo interno de los alemanes (por lo que poco nos compran y mucho nos venden, aumentando nuestro déficit). Y no puede haber consumo interno si los salarios no crecen o disminuyen como recomiendan a los vagones de segunda (España) y tercera. Y como para financiar la deuda y el déficit, Alemania y los bancos alemanes tienen sus arcas rebosando euros, nos los prestan con condiciones que pueden asfixiar a países como Grecia, obligados incluso a vender territorio hasta la paradoja de existir colonias alemanas en suelo europeo sin necesidad de ejercer las políticas de anexión hitlerianas.

Y como las políticas de austeridad recomendadas a los socios enganchados a la locomotora alemana pasan por desgravar las rentas de capital, reducir el impuesto de sociedades y eliminar el impuesto de patrimonio, estos socios se ven obligados a disminuir o eliminar sus políticas sociales y gravar las rentas del trabajo, aumentando los ingresos por IVA, sosteniendo con garantía el pago de la deuda y la propuesta de reducción del déficit al 3%.

Yo abogo por desengancharnos de esta locomotora austera y voraz que es todo menos europea. Digo esto al hilo de las declaraciones de Thilo Sarrazin, político socialdemócrata y uno de los directores del Bundesbank, en su presentación del libro «Alemania se está deshaciendo a sí misma», donde concluye que los alemanes están en peligro de convertirse en extraños en su propio país a causa de las bajas tasas de natalidad (y yo añadiría las altas tasas de dependencia por ser el país más envejecido de Europa), y por las altas tasas de natalidad de los inmigrantes (he aquí el meollo de la cuestión), principalmente de países musulmanes. Tiene gracia esto de utilizar la expresión «cabeza de turco» para señalar a los turcos como los responsables del deterioro de una Alemania de alemanes. Todo parte de considerar a los alemanes de origen turco como turcos en vez de como alemanes y quitarles todos los derechos con la invocación de que no se quieren integrar en la sociedad alemana.

Recuerdo aquellas primeras lecturas que señalaban la construcción europea a partir de la cultura grecorromana, una construcción europea integrada por los países mediterráneos desde Constantinopla (Turquía) hasta Tarragona (incluyendo Egipto, Palestina, Libia, etc.), países denostados hoy por ser de mayoría musulmana; y que en aquella época de construcción europea, los bárbaros, los que estaban fuera de las fronteras de la cultura, la política, la economía y las comunicaciones eran los pueblos eslavos. Y cómo después  Europa sufrió la irrupción y la invasión de los bárbaros hasta su desmembramiento. Desde entonces, qué poco parece haber cambiado la historia de las relaciones entre Alemania y Europa.