BRAGAS Y BRAGAZAS

En las últimas semanas nos han ofrecido en toda clase de medios y hasta la saciedad, pese a que aún no ha acabado todavía, al presunto delincuente Rubiales y más cerca de nosotros, a esos jovencitos en celo de la Universidad de La Rioja, que como señala un amigo mío celebran la berrea a través del WhatsApp, reclamando para atraer a sus congéneres, chorradas y zafiedades como que les romperían las bragas.

Estos jovencitos a pesar de que ya han visto muchas películas pornográficas desconocen que las bragas, como muestra el Tesoro de la Lengua de Sebastián de Covarrubias, son cierto género que se ciñe por los lomos y cubren las partes vergonzosas por delante y por detrás, y un pedazo de los muslos tanto masculinos como femeninos. Así usan de ellas los religiosos y llámanlas paños menores. Antiguamente usaron de las bragas los que servían en los baños, por la honestidad, los que se ejercitaban en los gimnasios, luchando y haciendo los demás ejercicios desnudos. Los que entraban a nadar, que se enseñaba en Roma con gran cuidado, por lo mucho que importaba para la guerra. Los pregoneros, porque no se quebrasen dando grandes voces. Los comediantes, los cantores, los trompeteros y los demás que tañían instrumentos de boca.

En fin, que las muchas acepciones de bragas, braguetas, bragueros y cómo no, del muy señalado braguetazo, no nos libra de habernos convertido y no por arte de birlibirloque en una sociedad de bragazas. Reconozcamos que formamos parte de una sociedad de personas condescendientes con los deseos de los poderosos, de los que poseen riqueza, poder o ambas cosas. Aceptamos lo que nos indican que hagamos sin un mínimo de crítica. Nos acomodamos a los cambios, incluido el climático, sin intervenir en esos procesos, dejándonos llevar y traer al compás que nos marcan en los noticieros. Vivimos anestesiados en la incertidumbre de modo que al más tonto lo convertimos en el referente de nuestras vidas. Por eso, si hay que linchar a alguien los medios se encargarán de señalarnos al culpable, no vaya a ser que nos interroguemos acerca de nuestras vidas sacrificadas, desgraciadas, en suma.