Otra vez la duda de si nos vamos o nos quedamos. Todavía indecisos, nos movemos por impulsos colectivos que, alimentados por la publicidad, nos llevan y nos traen de un lugar a otro, y todo durante tres escasas semanas que son el mínimo reglamentado para los trabajadores activos. Trabajadores que hacen números con su paga extraordinaria a fin de dar salida a todas las manifestaciones de consumo con las que les han alimentado con anterioridad. Y así, según sea nuestro nivel adquisitivo y capacidad de afirmación, elegiremos un lugar del planeta, del continente, del país o de la provincia para sentar nuestros reales. Unos se irán a países lejanos y otros al pueblo cercano. Unos se moverán constantemente y otros se harán sedentarios en un lugar. Unos a la montaña y otros al mar. Solos o bien acompañados de nuestra pareja o de nuestra familia emprenderemos un viaje con retorno.
Por su parte, menores y jubilados se disponen a sufrir y gozar en este tiempo que se ha declarado como de descanso, y que contradictoriamente es de hiperactividad y trabajo para estos colectivos. Unos por la fuerza y el ímpetu de su juventud y otros por la demanda de apoyo solicitado por los familiares, que descargan en los mismos las labores cotidianas de las que se sienten responsables el resto del año. Al finalizar este periodo vacacional observamos cómo se distinguen los diferentes colectivos según se manifiesten disgusto, cansancio, ansiedad o satisfacción, porque para todos, la vuelta a la cotidianidad no significa lo mismo, dependiendo de las expectativas que tengan y de la experiencia acumulada en esas fechas.
Para quienes no se desplazan por cualquier motivo, como el muy habitual de no disponer de recursos económicos, puede ocurrir que, sin embargo, dispongan de un capital cultural que les permite transformar ese tiempo no laboral en ocio creativo, que les alimenta su espíritu tanto como los desplazados alimentan sus cuerpos. Aunque no olvidamos que España aún tiene un agujero negro de incultura basada principalmente en la televisión e Internet, que desgraciadamente no satisface ni llena, pero contenta con artilugios de entretenimiento fugaz.