GROTTESCO

Este artículo se publicó en Rioja2.com el veinte de febrero de 2010. A propósito de mis recuerdos del 23-F y del singular y grottesco personaje J.M. Aznar

Esta semana, aprovechando horas de tren y habitación de hotel, he leído con fruición la “Anatomía de un instante” de Javier Cercas. Narrada con ese estilo suyo propio de un periodismo de investigación que ya me cautivó en Soldados de Salamina, utiliza algunas de las técnicas que en Sociología y Antropología se manejan en los trabajos de campo, pero con la diferencia de que Cercas no se limita a informar de los hechos, si no que consigue con su extraordinaria capacidad narrativa introducirnos en el contexto para que acompañemos a sus personajes como si rememoráramos el pasado y lo uniéramos a nuestra biografía.

Sin embargo, no he podido realizar ese ejercicio de acompañamiento biográfico, pues en el 23-F yo me encontraba en el culo del mundo, perdón, en Trevijano de Cameros, que por entonces bien podía pasar por tal un pueblo de montaña que adolecía de toda clase de servicios básicos, o le sobrevivían de manera harto precaria. Y me pilló el 23-F, además, en compañía de unos músicos (sevillano y aragonés) que venían dispuestos a trabajar y divertirse, mi familia (madre, esposa y un hijo de corta edad), y un centenar de cabras. Recuerdo que habíamos escuchado a través de la radio las noticias de la toma del Congreso por la guardia civil y la ocupación de las calles de Valencia por tanques,  lo que ocasionó tal zozobra entre los músicos que dudaban entre salir escopeteados o finalizar el trabajo que les había conducido hasta el pueblo. Por su parte, mi madre sollozaba indicándome que estaba ocurriendo lo mismo que en el treinta y seis, cuando Franco dio el golpe de Estado, y que esto no podía significar sino el comienzo de una nueva guerra civil.

Mis amigos, cada dos por tres se acercaban al único teléfono público que disponíamos en el pueblo (qué lejos se encontraban aún los móviles), y traían nuevas noticias cada vez más alarmantes. Por mi parte me encontraba, no se si producto de mi natural optimismo, tratando de animar a todos y sacarlos de sus temores, miedos y angustias. Además, en mi fuero interno, la situación me parecía divertida, más próxima a una farsa y hasta un esperpento valleinclanesco que me producía la sensación de asistir a un acto más de la tragicomedia española, que de modo cíclico se representaba en el teatro de la historia.

Pasaron los días, y tras el desenlace conocido me contaron algunos acontecimientos sucedidos, como la precipitada huida hacia la frontera de quienes se sentían significados antifranquistas; o como los movimientos pro-golpistas entre quienes se sintieron significados franquistas y, en general, una actitud entre expectante y resignada de la mayoría de los ciudadanos que conocía. A todos ellos, mis impresiones sobre cómo viví o sentí los acontecimientos de ese día y, sobre el carácter entre grotesco y surrealista del golpe de Estado, no se las pude trasladar en ese momento, pues nadie quería reconocerse en mi papel de espectador que ríe y se despacha a carcajadas. Carcajadas provocadas por las escenas que se sucedieron en esa obra tomada por tragedia, pero con guión de Rafael Azcona y, donde el absurdo, grotesco y ridículo español adquiere categoría humana.

Aunque para grotesco y ridículo el inefable José María Aznar, que tras representar las esperpénticas escenas en las que paseó su cuidada melena, mostró sus dotes comunicativas (principalmente en inglés tejano aunque sin descuidar el italiano macarroni), y asombró con su tableta de chocolate abdominal (para deleite de su señora Botella), nos ha sorprendido ahora con un nuevo golpe de efecto al levantar el dedo corazón dispuesto a introducirlo en el trasero de cuantos estudiantes universitarios le gritaban. Ridículo, chabacano, vulgar. Sin duda, Grottesco.

HACER POLITICA EN AUSENCIA DE POLITICOS

Este artículo se publicó en Rioja2.com el catorce de enero de 2010. Comento los resultados de encuesta que perfilan a los profesionales de la política como uno de los principales problemas de los españoles.

La clase política preocupada y ocupada por intereses electorales, ajenos como están de las demandas y necesidades ciudadanas, embarcados en la bronca y mediatizados por la política clientelar, ignoran la vida ciudadana si no se ven forzados a reconocerla por la huella mediática que les refleja algo de lo que sucede más allá de los despachos. Así lo indican los dos últimos barómetros (diciembre y noviembre) elaborados por el CIS, donde la clase política y los partidos políticos aparecen como el tercer principal problema de los españoles, por detrás del paro y la economía y por delante, nada menos, que del terrorismo, la inmigración, la educación o la vivienda.

Cuando la clase política y los partidos políticos viven ajenos a la ciudadanía esta no sólo muestra su desafecto hacia ellos, sino que aumenta el número de ciudadanos que hacen la política a su alcance; es decir, una política de proximidad, una política bajo, con, de, desde, hacia, hasta, para, por, según, sobre, tras la cosa pública. La ciudadanía comprometida con la sociedad no ha dejado de hacer política nunca, y a ella se van sumando cada vez más grupos, asociaciones, organizaciones y movimientos ciudadanos de toda índole, participando en la vida ciudadana de modo reivindicativo y transformador.

Los grupos de edad más jóvenes, mientras las encuestas ofrecen un panorama desolador hacia la participación en la contienda entre partidos políticos a través de su participación en las citas electorales (pasan de votar), la realidad nos los muestra como uno de los grupos ciudadanos más activos en la transformación y el cambio social. Desde la reivindicación de otro mundo es posible, hasta sus acciones a favor de la educación pública, el laicismo y el respeto hacia los demás; promoviendo relaciones de igualdad entre los sexos, integrando a los excluidos y a los sin papeles en su actividad, luchando contra la especulación inmobiliaria mediante la ocupación; promoviendo la autogestión y la participación y favoreciendo la democracia participativa, han demostrado ampliamente que no son ajenos a la actividad política.

Otros grupos de edad, invisibilizados a causa de políticas asistencialistas de corte electoral; es decir, los mayores de cincuenta y cinco años, también son ciudadanos comprometidos con la conservación y la sostenibilidad de una sociedad justa y solidaria y para ello se inscriben en asociaciones, organizaciones y movimientos sociales de corte solidario en apoyo de los más débiles, los enfermos o los excluidos, entregando buena parte de su tiempo ocioso a estas labores. Sin su concurso, sin su actividad productiva y no remunerada, nuestras ciudades dispondrían de auténticos vertederos humanos. Y sin su concurso tampoco sería posible el sostenimiento del Estado del Bienestar, en un momento en que se insiste tanto en que las míseras pensiones son insostenibles en un sistema de capitalismo avanzado. Ellos (principalmente las mujeres) más que ningún otro grupo colaboran en el sistema de servicios sociales cuando el Estado no llega a cubrir la demanda básica.

Y qué ocurre en el huerto riojano, pues más de lo mismo; es decir, prácticamente nadie cree que los representantes públicos sean muy honestos con la ciudadanía y sólo uno de cada cuatro, un  24%, los considera bastante honestos. Por el contrario, la gran mayoría de los riojanos (70,8%) califica a los dirigentes políticos de poco o nada honestos según los datos del último barómetro de opinión elaborado por la consultora Riocenter. La última muestra de desafecto político hacia los ciudadanos ha sido la bronca organizada por los kikos neocatecumenales y las cucas camorras en torno a un calendario municipal. Como no disponen de cultura política, ni saben desarrollar una actividad política con el apoyo y la participación ciudadana, deciden aprovechar el turbio manejo de los medios afines (no haré publicidad de Intereconomía, COPE o Vocento), para enturbiar aún más su paso o paseillo por la política.

Es inevitable, no se les puede pedir coraje a quienes odian la convivencia democrática.

EVIDENCIAS Y SENTIDO COMÚN

Este artículo se publicó en Rioja2.com el 19 de noviembre de 2009. Mi intención fue evidenciar que los políticos hacen alrde de cosas de sentido común entre la ciudadanía, como si con sus anuncios nos cayéramos de un guindo.

No hay nada más sorprendente entre las noticias que ofrecen los medios de comunicación que el modo de presentarlas. La oferta de una visión extraordinaria de cuanto acontece en la vida cotidiana, como si la ciudadanía no se percibiera de los aspectos que la rodean, es apelar a su carencia de juicio, o a su déficit intelectual. Es como si aquellas cosas que forman parte del denominado sentido común, tuvieran que ser tratadas como los objetos propios de una investigación sociológica o como si se tratara de acercarse a un fenómeno insólito e inimaginable.

Los ciudadanos, cuando contemplamos los fenómenos sociales nos contemplamos también a nosotros mismos por cuanto formamos parte de ese mundo. Vivimos en él y lo miramos y nos expresamos sobre él con imágenes y signos que tienen, en cierta forma, una existencia separada de nosotros, pero que constituyen parte de la percepción que tenemos de la realidad y de nosotros mismos con ella. Son, por así decirlo, los componentes fundamentales del sentido común con que nos conducimos en nuestra vida social cotidiana.

Todo este chorreo acerca del sentido común y de cómo éste nos permite discernir acerca de las cosas que ocurren a nuestro alrededor, viene al caso de la noticia que ofrecía esta semana el Consejero de Hacienda sobre la bondad de la inmigración en el desarrollo socioeconómico de La Rioja, tras publicar su primer estudio estadístico. Quizás debiera darle un resumen a su patrón el Presidente Sanz, cuando este manifestaba en vísperas electorales que habrá que limitar la llegada de extranjeros si no queríamos agotar los recursos de nuestros servicios de bienestar. Pues bien, ahora resulta lo evidente, lo que no veía el mensaje populista en sus invitaciones a la xenofobia: que los inmigrantes y extranjeros residentes en La Rioja consumen recursos sociales en menor cuantía que los autóctonos, y que su aportación a las arcas del común de ciudadanos riojanos es muy superior a sus gastos.

Gracias a ellos crece nuestra productividad, nuestro bienestar y nuestro futuro. Y todo esto lo sabíamos desde el momento en que aprovechamos su llegada para solventar la regresión demográfica y cubrir las deficiencias de nuestro sistema de distribución de recursos sociales y de bienestar, como la atención a las personas dependientes, la ocupación de los roles tradicionales de género cuando las mujeres autóctonas se incorporaron al mercado laboral, el empleo indeseado por los trabajadores riojanos, principalmente en la agricultura, la construcción y ciertos servicios, así como su mestizaje a través de los matrimonios mixtos, la diversidad en la escuela, y los elementos de su cultura más favorables a la penetración entre nosotros, como la gastronomía, la música, el baile, etc.

Todo ello son evidencias, propias del sentido común, de un mejor entendimiento y conocimiento de la realidad social y de nosotros mismos. Así que, si alguien descubre el Mediterráneo, que se moje.

OBSERVACION PARTICIPANTE

El cuatro de octubre de 2009 publicaba este artículo en Larioja2.com

La observación participante como técnica científica nos la ofrece Bronislaw Malinowski en la introducción a su libro “Los Argonautas del Pacífico occidental” (1922), donde señala, entre los principios metodológicos, que el investigador debe colocarse en buenas condiciones para su trabajo; es decir, lo más importante de todo es no vivir con otros blancos, sino entre indígenas. Y con ese propósito he trabajado desde que me entusiasmé con la investigación social, no vivir solo entre los de mi familia, mis amigos o con los grupos con los que me identificaba, sino vivir entre indígenas como un indígena más, bien sea en el monte con los pastores, en la construcción con los albañiles, o en la ciudad con los jóvenes, con los inmigrantes, los viejos, las mujeres, etc.; es decir, siempre en el lugar del otro, de modo que pudiera entender y explicarme al otro o a los otros (los indígenas).

La observación participante es una técnica que consiste en participar en la vida normal de la comunidad, observando las actividades cotidianas de la gente que en ella vive, y obteniendo una visión desde adentro de la situación; es decir, comprendiendo las razones y el significado de las costumbres y prácticas, tal y como los individuos y grupos estudiados las entienden. Como es una técnica que consume tiempo, me he visto obligado a variar los métodos de observación, el tipo de observación, el grado de participación y los temas de análisis, si bien es verdad que todo ello ha contribuido a ampliar mi campo de observación interrelacionando a los diferentes actores y grupos de actores. Toda participación es antes cultural que social, y aunque eso no ha evitado que me pringara en todo tipo de movidas, el distanciamiento con respecto a los intereses de los actores me ha garantizado siempre una libertad de movimientos que no se pueden permitir a sí mismos los propios actores, y en un tiempo en que las relaciones se dan en un marco global, la libertad es aún más estimulante.

Precisamente en el marco global, esta semana la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Naciones Unidas señalaba que durante 2008 la producción agrícola subsahariana experimentó un crecimiento del 3,5% tras pasar varias décadas de declive, aunque este porcentaje no ofrece aún la solución para un continente cuyo 30% de la población sufre de hambre y malnutrición crónica. Sin embargo. este informe no señala si el crecimiento en la producción se produjo gracias a la compra masiva de hectáreas de tierras productivas por China y otros países que buscan garantizar los productos de primera necesidad para sus ciudadanos; o si se debe a los préstamos realizados por los países desarrollados para adquirir la maquinaria, los fertilizantes o los sistemas de regadío que ellos mismos les venden. Tampoco sabemos nada acerca de si ese aumento de la producción se debe a la eliminación de algunos de los muchos aranceles que gravan la exportación de los productos agrícolas subsaharianos, ni tampoco si se ha producido un cambio en el monocultivo impuesto por las multinacionales de la alimentación en favor de la diversidad.

De lo que sí sabemos, porque lo tenemos muy cerca, es que las subvenciones a nuestra agricultura y a nuestros agricultores se mantienen y se mantendrán frente a la competencia que pudieran hacer los países en vías de desarrollo con su riqueza ambiental y con su producción agrícola. Nosotros nos podemos permitir tirar toneladas de alimentos a la basura y venderles los excedentes, pero impedimos que sus productos lleguen a nuestros mercados si no es a precios propios de los artículos de lujo. Olé, y qué siga esta estrategia colonialista, mientras dure.