PROYECTO DESTRUCTIVO

Saludamos con normalidad la alternancia política en el gobierno de nuestras instituciones porque esto permite acceder a cambios y variaciones en nuestro modo de relacionarnos, y es un medio habitual en el ejercicio del poder político para implementar nuevos proyectos que amplíen de forma beneficiosa nuestra forma de vida en comunidad.

Sin embargo, asistimos con pesadumbre a una situación que sigue un curso, un camino por el que no se avanza, sino que se retrocede. Esto está ocurriendo en diversos lugares de nuestro país donde se ha producido un cambio en la toma de poder de las instituciones, pero para no extendernos sobre todos ellos nos fijamos en lo que sucede en la ciudad de Logroño donde el Partido Popular ha alcanzado el poder sustituyendo al Partido Socialista.

Y lo que está presentando el nuevo gobierno municipal no son proyectos novedosos que mejoren la convivencia en una ciudad tan necesitada de espacios relacionales donde se exprese la tolerancia de sus habitantes, si no una disposición a destruir los proyectos iniciados por el anterior equipo de gobierno. Y esto es muy grave porque nos indica que no disponen de ningún proyecto político propio, sino que su plan y diseño político es la reestructuración y reforma de los proyectos ajenos, en un afán de destrucción de cuanto suponía una mejora para el conjunto de la ciudad, al menos para los más de treinta mil ciudadanos que manifestaron con su voto el acuerdo a los proyectos iniciados o dispuestos en la legislatura anterior. Y que ahora, supuestamente, los treinta y seis mil votos al partido popular que le otorgaron el gobierno son para que se dedique a destruir cuanto se hizo y proyectó, desentendiéndose de crear o presentar nuevos proyectos que, tal parece, nunca existieron. Volverán las dobles filas, los ruidos y la contaminación, la inseguridad de peatones y ciclistas, estrechamiento de aceras para manejo de cuatro vías de calzada dos dedicadas a aparcamientos y dos a circulación, junto a un carril bici jibarizado y de donde son expulsados los vehículos de movilidad personal y bicicletas de carga; en definitiva, un proyecto destructivo.

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TRADICIONES FESTIVAS

Ya han pasado las fiestas locales, regionales, junto al puente y la semana, cuando no la quincena, en las que como manda la tradición, una buena colección de logroñeses parte con premura hacia las playas levantinas para recalar en la ciudad por excelencia que es Benidorm. Y esto a pesar de que inevitablemente hemos disfrutado, reído, jugado y representado todos los papeles que nos han dado en cualquiera de los escenarios festivos, y desde nuestra más temprana infancia hasta bien entrada nuestra adultez. También, llegados a este punto, nos hemos aguantado, aburrido y sufrido con las mismas fiestas en las que antaño nos sumergíamos con pasión.

Y es que, en definitiva, en tiempos de masificación y estandarización de las fiestas nos encontramos en ese espacio-tiempo liminal en que ni amamos ni odiamos el periodo festivo, pero que nos impele a huir, a salir y encontrar una oportunidad de disfrute del tiempo de fiesta, aunque en otra dimensión alejada de la que nos propone periódicamente la ciudad. Siempre hay esperanza.

Si tuviéramos más vuelos o más trenes, con salidas programadas a los diferentes lugares que se  representen como la antítesis de la cotidianidad del acontecer festivo, ya conocido e interiorizado tras un cúmulo de experiencias de todo tipo, estoy convencido que la ciudad quedaría convertida en ese gran teatro, en el que salvo los actores, todos los asistentes son paradójicamente ajenos a la ciudad y a su tradición festiva, la cual encuentran estimulante, mientras que los lugareños serían los foráneos en sus destinos, que disfrutarían por su novedad.

De todo esto son conscientes las agencias de viaje, que ya desde el comienzo de la primavera promueven tours y/o viajes individuales para todos aquellos ciudadanos que saben aprovechar la ventaja del tiempo festivo local para salir, precisamente de ese entorno inhábil para el trabajo, pero válido para el ocio y el descanso. Y no sólo la hostelería, también las compañías teatrales, musicales o de danza, aprovechan ese tiempo festivo para expandir sus actuaciones y aumentar su bolsa y prestigio. Y es que hay tradiciones festivas que crean empleo y riqueza, expandiéndose por toda la geografía del turismo patrio.

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HIJOS DE PAPEL

Como viene ocurriendo todas las mañanas cuando me encuentro esquivando a los transeúntes que en posesión de un móvil circulan mirando la pantalla y escribiendo con soltura sus mensajes de whatsapp, me pregunto qué urgencia les lleva a responder o iniciar una conversación tan temprano.

Es cierto que a todos nos gusta escribir, más todavía a esos 750.000 analfabetos que se contabilizaban en 2022 y que no disponían de esta habilidad para estructurar y ordenar el pensamiento, evocar la vida y transmitir información sobre sus sentimientos y deseos. Y es que con la escritura nos sentimos vivos y creativos, no importa el medio sobre el que escribamos a pesar de que la escritura sobre papel se encuentra en retroceso frente a los medios digitales.

Aprendimos a escribir sobre el papel, inicialmente en aquellos cuadernos de caligrafía, o más adelante en diarios personales o a través de incipientes poemas o relatos cortos como los cuentos e historias que leíamos. Pero para las generaciones digitales, el envío de cartas y postales, por ejemplo, no se corresponde con sus medios de comunicación actuales a través de las redes sociales y la fotografía y, sin embargo, en uno u otro periodo la comunicación se ha mantenido a través de la escritura, desde la más contenida de los 140 caracteres de twitter hasta la más dilatada en un libro de autoedición.

Recuerdo que hace ya un tiempo, cuando residía en un pueblo de montaña relativamente aislado, tuve la visita extraordinaria de unos familiares a los que les propuse enseñarles aquellas cosas que me habían decidido por este tipo de vida alejado de los cánones urbanos que imperaban por entonces. Cuando les estaba mostrando el ajardinamiento de los terrenos incultos, una tía materna observó la acacia y las adelfas que había plantado y a modo de sentencia me señaló que las personas, para trascender su existencia, deben hacer tres cosas en la vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Acababa de tener un hijo, había plantado un árbol y casi como un reproche porque había abandonado los estudios en la Facultad, me restregaba que todavía no había escrito un libro. El transcurso del tiempo me traería un segundo y, cuando ya no lo esperaba, un tercer hijo, así como la plantación de numerosos árboles desde la semilla, la baya, rama o plantón y, también, unos cuantos libros, aunque como mi tía me advirtió (que buen oráculo), el primer libro no se editaría hasta mucho después de licenciarme.

Es curioso esto de la trascendencia. Yo mismo no he tenido nunca esa percepción cuando escribía, si bien es cierto, que siempre se escribe con el fin de que otros te lean. De hecho, la escasa producción poética que he realizado hasta ahora es porque ha sido dirigida a una sola destinataria, y cuando ésta dejaba de interesarse yo dejaba de escribirle. Los libros, sin embargo, han tenido destinatarios desconocidos y, por tanto, su elaboración no estaba mediatizada por ellos sino por mi capacidad de creación, o por mi interés en su alumbramiento. Por esto, los libros son como hijos de papel, aunque hijos de papel en su creación y alumbramiento, porque en su crecimiento y desarrollo han tenido la cualidad de reunir a un sinfín de personas que los han ahijado y adoptado. En cualquier caso, todos escribimos pensando en el lector o lectores de nuestros mensajes, ideas e historias que nos interesa comunicar. Y el fin no es otro que el de trascender nuestra existencia cotidiana y salvarnos del olvido. Como dice Stefan Zweig (“Mendel el de los libros”. Barcelona, 2009), los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido. Pero si bien no le quito razón a Zweig, ya hace muchos años que grabé el título de una película de Agustín Diaz Yanes, como el pensamiento que guía mi conducta en relación con las historias y libros escritos, y es que “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”.

Aunque precisamente contra el olvido giró en 2009 un hijo de papel al que puse de nombre: Las maestras. Un análisis sobre la identidad de género y trabajo. Porque, como cualquier embarazo, nueve meses después de haber entregado los originales a la parte contratante y trabajado en sintonía con la editorial, salió por fin a la luz el ejemplar editado a golpe de antojos y mucho cariño. No fue un parto extraño, pues en muchas ocasiones me he encontrado con que el tiempo de incubación ha durado diez y hasta doce meses, así que por una vez todo ha discurrido con cierta normalidad editorial.

Quizás, como siempre ocurre con los que no son genios o artistas, el proceso de creación fue lo más costoso, y me ocupó, no tanto tiempo como pensamiento; pues si bien contaba con los materiales de campo desde hacía más de seis meses y también había reunido, tras numerosas lecturas, buena parte de la documentación que luego utilizaría, la necesidad de dar orden y sentido literario a aquél cúmulo de informaciones, datos y relatos biográficos en poco menos de dos meses, me llevó a un estado insomne en el que mi cerebro no se permitía un descanso. Efectivamente, en la primera semana de marzo había regresado de Senegal y pocos días después recibí la nota imperativa que me fijaba el 23 de abril como fecha límite para entregar originales.

Este frenesí para cubrir de páginas el índice que me había impuesto y que me obligaba a redactar un número determinado de hojas diarias, fue el que dio al traste con mis rutinas de sueño y descanso. Ocurrió que en cuanto había luz diurna me levantaba con nuevas ideas que había trabajado en una especie de duermevela, seguía durante todo el día escribiendo y tratando de cumplir disciplinadamente con el número de páginas y, salvo descansos adecuados a las horas de alimento y siesta, me mantenía pegado entre la pantalla del ordenador y las montañas de papeles, libros y artículos que ocupaban toda la mesa, de manera aparentemente desordenada.

Dos semanas después de haber iniciado esta espartana vida de creación caí en un estado de ansiedad que me llevó a la consulta de mi doctora de cabecera, la cual me recetó un potente somnífero cuyas consecuencias, pese a las advertencias, no supe entonces medir. Ocurrió que tras dos semanas tomando el somnífero había logrado un cierto equilibrio entre los tiempos dedicados al sueño y a la creación y, como siempre he sido reacio a medicarme, dejé de tomar los somníferos radicalmente sin guardar los protocolos indicados por la doctora, produciéndome lo que ya me advirtió que podría ocurrir: el denominado efecto rebote; es decir, que volví al estado insomne inicial. Aun así, acabé con tiempo suficiente para dedicarle dos semanas a pulir y mejorar algunos párrafos, vocablos y el sentido del texto final.

De este modo pude cumplir con la parte más difícil en la creación de este hijo de papel y, aunque no quise saber ya más del texto, aún tuve que volver a leerme las pruebas de imprenta dos veces más, buscar la parte ilustrada y gráfica que acompañaría el texto y, finalmente, dar el visto bueno al vestido con el que se presentaría en sociedad. Fue por entonces que me prometí no volver a escribir nunca más un libro, dedicarme a los hijos biológicos y a las plantas de mi jardín y, cuando me hiciera muy mayor, poner un huerto con el que ver pasar las estaciones. Promesa que he incumplido, si tengo en cuenta que he dejado de cultivar un huerto, mientras cultivo a un hijo y escribo otro libro.

CONFESIONES

No es broma. Tengo la peste. Hace un tiempo todavía se trataba de unos síntomas que pasaron desapercibidos. Cierta desgana, dejadez, abulia. Podía ser el calor, aunque también podría ser algo de inapetencia, o quizás es que no había dormido bien. De todas formas me extrañó que al salir a la calle, pudo ser una coincidencia, pero la verdad es que la gente se cruzaba de acera cuando se encontraba muy próxima a mi;  pero como yo andaba distraído y solitario, sólo pensé que la gente lo que buscaba era una sombra y no que rechazara el contacto conmigo. También es verdad que yo buscaba la sombra y hasta cierto punto buscaba lugares donde no hubiera gente a la que tuviera que saludar indefectiblemente, porque aquí en Logroño indefectiblemente tienes que saludar a toda la gente, la conozcas o no la conozcas, sepas su nombre o no conozcas su nombre ni su identidad. Todo el mundo parece conocerte y yo estoy harto de saludar a gente que no conozco aunque ella sí parezca conocerme. Bien es verdad que todos los días tengo que ir a la plaza de abastos para adquirir verduras, fruta, pescado y carne o lo que haga falta, y que la gente de la plaza, a fuerza de verme día tras día, se ha familiarizado tanto conmigo y con mi existencia que son casi como de la familia, pero yo, la verdad, desconozco su nombre y ni siquiera conozco el nombre de la tienda o el establecimiento que regentan. Bueno, a lo que iba. Estoy harto de saludar a la gente que no conozco y de la que además me importa un pepino su vida y su existencia y a la que jamás le contaría nada sobre la mía, aún a despecho de que sean íntimos de mi familia, la cual, dicho de sea de paso, es ya bastante escasa tras la muerte de mis mayores.

Lo cierto es que no tuve la impresión de que la gente me rechazara por alguna cuestión, puesto que yo era el primero en rechazar a la gente y en tratar de ocultarme y buscar un lugar solitario alejado de las compañías que se podían producir en el transcurso de un paseo matutino por las calles de un Logroño amelonado de verano. Así que lo que más tarde diagnostiqué como un fenómeno propio del apestado, en aquel momento sólo supuso un pequeño oasis en una mañana de calor asfixiante.

El siguiente indicio de que yo había contraído la peste vino tras aquel paseo mañanero cuando, harto de sudar, decidi darme una ducha y al desnudarme pude contemplar ciertas erupciones rojas, como si de repente una viruela o más bien una colección de espinillas adolescentes hubiera invadido todo mi cuerpo. Estaba claro que algo me había sentado mal y no podía ser otra cosa. En los últimos años estamos acostumbrados a que un yogurt caducado, un pescado podrido, o simplemente el aire contaminado sean elementos agresivos para nuestra sensible piel, que sólo sabe defenderse provocando erupciones fieles, o cualquier otra manifestación parecida contra la agresión del medio. Así que no le di más importancia y entré en la ducha de agua fresquita; pero al salir, con los ojos todavía medio cerrados aquellas erupciones se abrieron al frotarme enérgicamente con la toalla. Fue entonces cuando descubrí que muchas de esas erupciones que se habían abierto no expulsaban precisamente sangre, sino un líquido purulento casi acuoso de color amarillo que al juntarse con la sangre más bien parecía la enseña nacional.

Como no me escocía ni me dolía especialmente decidí no prestarle más atención y en todo caso o como toda opción llamar al dermatólogo y pedirle cita. Pedir cita es una cuestión fundamental, pues un dermatólogo que trabaja en su consulta privada no para de recibir a toda clase de personas con lunares, granos, cánceres dermatológicos, quemaduras sin fin y alguna alopecia desesperada. Es una situación que viene provocada por el maldito anuncio de Corporación Dermoestética en que mucha gente cae como en la peor de las sectas mefistofélicas, y que ha traido un auge insospechado, no sólo de la cirugía plástica, sino también de la dermatología cosmética. Así que sin más dilación llamé, y como me esperaba, los que pagamos a una compañía de seguros puntera recibimos el trato puntero, es decir, me dio cita para dentro de un mes. Con la misma parsimonia decidí dejar pasar tiempo, el momento y la ocasión para enfrentarme a lo que irremediablemente hoy me enfrento: la peste.

Pero aún tendría que escuchar el peor de los diagnósticos, que era  y es, el que me daba y el que me sigue dando mi conciencia cuando la examino y le pregunto acerca de qué hacer, de cómo hacer, de si vale la pena vivir, de si tengo alguna obligación moral, de si debo buscar la felicidad, de si me deben importar la humanidad, la familia o los amigos. Los amigos, no como se entienden en las demostraciones de afecto y lealtad, sino los amigos fronterizos. Y los denomino fronterizos porque los amigos nunca son amigos de uno solo, siempre son amigos de circunstancias, de parejas, de compañías, de momentos, de ocasiones y, por tanto, son leales a las cosas que propician esa amistad, pero no son leales a la persona. Por lo tanto he decidido llamar a los amigos, amigos fronterizos. No están ni en un sitio ni en el otro. Están en el límite, en la frontera. Son amigos cuando se dan las circunstancias, las ocasiones, los momentos para serlo; pero dejan de ser tus amigos cuando no se dan las circunstancias , ni la compañía (véase dónde quedan o con quién se quedan los amigos en caso de ruptura o divorcio de la pareja), ni los momentos, ni las ocasiones, ni nada que propició precisamente esa relación de amistad. Por lo tanto, la definición clara y concisa que he decidido dar a los amigos es la de fronterizos.

Pero vuelvo sobre el diagnóstico de mi conciencia que fue letal. Tú que buscas la soledad estás solo. Tu que no te reconoces en nadie, a nadie le puedes importar. Tú que estás ensimismado, no te tienes mas que a ti. No te busques nada dentro porque estás vacío. Todo lo que ves es patológico porque estás enfermo, y la manifestación de esa enfermedad es la peste.

Y aquí estoy, a desgana me gano la vida representando al apestado en las ferias y conmemoraciones populares, da igual si son medievales, renacentistas, ilustradas o del siglo XXI. Juego con los niños, más con las niñas, todo hay que decirlo, mientras los padres huyen asustados tirando de sus vástagos porque reconocen en mi rostro (voy tapado con capa descolorida pese al calor) la peste.

BRIONES 149

DESASOSIEGO

Llevamos varios días en los que notamos cierto malestar y no sabemos atribuirlo a alguna situación en particular. Puede ser que el cambio horario nos haya alterado algo más de lo habitual, pero lo cierto es que el cambio se produjo a finales de marzo y ya nos hemos hecho a la nueva rutina del periodo estival. Esto también nos puede hacer pensar que ha sido con la llegada de la primavera y el aumento de la luz, la causa de que suframos cambios hormonales que alteran nuestro estado emocional, aunque sería más propio de estos cambios el aumento de la energía, la vitalidad y por añadidura la alegría.

 Entonces, a qué se puede deber nuestra inquietud, nuestra desazón de estos días. Puede ser que los problemas de carácter económico sean el origen de esta intranquilidad que nos acompaña, como ocurre con la subida de los tipos de interés hipotecario, o quizás la inflación, principalmente con la subida de los precios de los alimentos básicos que nos invita a repensar la cesta de la compra y el menú cotidiano. La verdad, es que todos los problemas económicos en su conjunto nos producen esa sensación de ansiedad con la que nos levantamos de la cama, mal dormidos, o no habiendo descansado suficientemente como para disponer de la energía necesaria con la que afrontar los nuevos días.

Y si atendemos a las noticias, estoy seguro que siempre nos dejan un poso de intranquilidad, aunque no nos atañan personalmente pero sí indirectamente, como ocurre por ejemplo con las predicciones del tiempo, la sequía y el cambio climático, o con la política verde y la ecología, que ya no va  a tener representación electoral en las elecciones del 28 de mayo por exigencia de IU en su acuerdo con Podemos, y que en definitiva deja la lucha contra el cambio climático que debería ser de carácter transversal y prioritaria, como un mero adorno programático, o incluso puede que ni siquiera aparezca.

En definitiva, son muchos las causas de ese malestar que no logramos situar, y por las que no tenemos paz ni reposo y sí desasosiego.

PARADOJAS DE MOVILIDAD

Qué paradoja que quienes dominan el espacio público con sus vehículos motorizados se sientan agredidos por sus víctimas andantes. Porque, cómo se entiende que quienes ocupan entre el 60 y el 80% del espacio público para depósito y circulación de sus vehículos se quejen de que peatones arracimados y apretados en aceras, reclamen un poco más de espacio para no tropezarse, para poder detenerse y hablar a la sombra de un árbol, siempre que bancos y árboles no hayan sido sustituidos por aparcamientos en superficie, para respirar aire menos contaminante, para poder escucharse sin tanto ruido.

Si las ciudades no son patrimonio de unos pocos, el reparto del espacio público debe tener un carácter más beneficioso para la mayoría peatonal, que para una minoría motorizada; porque quienes recordamos la ciudad de Logroño con calles aún no urbanizadas, con espacios de juego entre los pequeños y de relación entre los vecinos, donde los vehículos más usuales eran los de transporte de mercancías y donde aún se conocían espacios vacíos, hemos visto la destrucción de esos espacios en beneficio de la circulación de vehículos a motor, hasta el punto de sólo quedar pequeñas islas encementadas como son las plazas, y parques residuales donde se agolpan en diminutos juegos infantiles, padres temerosos del tráfico desbocado que atropella una persona cada cinco días. ¿En qué momento se transformó y fue aceptado como norma de progreso el asfaltado de las calles y la reducción de las aceras hasta jibarizarlas? ¿Cómo se dio por sentado que las avenidas se transformaran en circuitos de coches y depósito de estos, hasta el paroxismo de ocupar varias filas, como si fuera un cementerio de chatarra al aire libre? Hoy sabemos que los proyectos de movilidad, de acuerdo con las directrices de la unión europea en su lucha contra el cambio climático, buscan lograr ciudades saludables donde desplazarse se realice principalmente a pie y, como alternativa, mediante transporte público o medios más ecológicos como la bicicleta. Por esto resulta paradójico que para algunos la modernidad se siga entendiendo como la libertad a ocupar cualquier espacio público, reclamando más y más asfalto.

EL RECELO DEL POLITICO

Desde hace unas semanas estamos asistiendo a la puesta en escena con la que los partidos políticos nos regalan cada cuatro años, siempre en vísperas de elecciones cuando tienen que revalidar la confianza en su gestión. En esta ocasión gracias a la modificación de la ley electoral no vamos a soportar la interminable lista de inauguraciones, cortes de cinta y recorridos por obras e instalaciones incluso sin finalizar, como ya ocurrió la semana pasada en Logroño cuando se declaró el día de visitas sin casco, tal y como ocurrió en el CCR (Centro de Cultura del Rioja), ese monumento pretencioso a base de hormigón y plástico, pero ojo, que respeta cuatro piedras pegadas al hormigón que para eso está enclavado en la parte vieja de la ciudad. Aquí no van a alicatar con plaquitas que simulan la piedra el hormigón, como ya se experimentó en ese paño de muralla kitsch del Cubo del Revellín.

Están muy inquietos los partidos políticos porque no se encuentran ni satisfechos ni convencidos de haber cumplido las expectativas de la ciudadanía, porque durante mucho tiempo se alejaron y pusieron distancia en el devenir cotidiano de la gente. Por eso, ahora quieren hacerse perdonar el olvido permanente notificando con gran estruendo la apertura de edificios, pese a que no tienen ningún uso ni prestan ningún servicio, aunque lo presentan como una promesa de futuro para la ciudadanía.

Los partidos políticos, mejor dicho la clase política que gobierna, quiere hacerse perdonar y ofrecen estos regalos de última hora para que olvidemos su total desprecio por los problemas cotidianos a los que nos enfrentamos en el día a día, y que nada tiene que ver con sus magníficas construcciones ni con sus promesas incumplidas sobre empleo, vivienda, transporte, salud, educación, cultura, integración y cohesión. Se tomaron el ejercicio de la política como los negocios, donde lo importante son la cifras, los números y los euros.

Los euros, ay los euros! qué bien que nos vienen a todos, más a quien no responde por su gestión dolosa y criminal, más a quien sabe que no le pesará como una hipoteca porque para eso está la ciudadanía, para pagar el déficit y el saqueo de las arcas públicas. Bueno, habría que decir el maleteo porque ahora roban los euros con maletines no con sacos. Tú me prorrogas esta concesión de autopista y yo te hago un hombre. Tú me das esta contrata y yo te jubilo. Tú me recalificas este terreno y yo te hago de la familia. Tú me votas y yo te atiendo en el despacho.

Qué felicidad esto del manejo de los euros ajenos gastándolos en protocolo, vehículos de alta gama, publicidad y autobombo en revistas de papel couché. Pero ahora, cuando llegan las elecciones y nos piden el voto, qué miedos y qué recelos, porque saben que de modo tozudo las encuestas del CIS señalan a los partidos políticos (la clase política, la casta gobernante, no el militante desconocido) como el tercer principal problema de los españoles, por detrás de la economía y el paro. Y este es un dato que lleva mucho tiempo repitiéndose, marcando una tendencia de desapego de la ciudadanía hacia las cosas que dicen estos políticos profesionales, aunque no de las que hacen que aún hay memoria, lo cual invita a pensar que más pronto que tarde serán las organizaciones sociales y las asociaciones ciudadanas quienes tomen el lugar de estos políticos para dirigir sus propios destinos, participando directamente en la administración de la vida pública, sin la intervención de tan problemáticos y recelosos intermediarios.

 

GAROÑA NO ME PONE

El pasado día dos de marzo, la planta nuclear burgalesa de Santa María de Garoña cumplió su cuadragésimo aniversario desde que en el año 1971 se puso en marcha. La central fue diseñada para unos 25 años, pero como esa vida útil acabó ya (la última autorización de funcionamiento se agotó en julio de 2009) se inventan lo de vida útil de servicio que permite alargar inútilmente la vida de esta central, hoy hasta 2013 y mañana, según calculan los lobbys nucleares, pues hasta 2030, cuando podría llegar a sexagenaria.

Tanto el gobierno socialista que ha priorizado el beneficio económico de las compañías propietarias (Endesa e Iberdrola) antes que la seguridad y el bienestar de los españoles, como la oposición del PP manifestando abiertamente que la energía nuclear es necesaria y segura, responden a los intereses de los lobbys nucleares representados por estos dinosaurios de la política que son los bien pagados Felipe González y Aznar. Por supuesto que los líderes regionales de ambos partidos, especialmente el defensor de los riojanos y la identidad riojana, el señor Sanz, no han dicho esta boca es mía. Faltaría más. De eso no se habla sin permiso de los jefes como nos sea para repetirnos hasta el aburrimiento el mantra preferido: las centrales nucleares son seguras y su energía necesaria. Además, Haro se encuentra a 52 Km. y Logroño a 112 Km., por lo que si hay un escape radiactivo nos da tiempo a abandonar esta tierra del vino antes de que se convierta en un parque temático con radioactividad suficiente para unos cuantos miles de años.

Ahora mismo señalan los políticos y expertos de la cosa, que se van a revisar los sistemas de seguridad de todas las centrales nucleares. Incluso van a encargar estudios sobre posibles movimientos sísmicos, ataques terroristas, caída de meteoritos, etc., como si eso no lo hubieran hecho desde hace años. Casi desde su primer día de funcionamiento ya hablaban de la seguridad de las centrales nucleares. Pero es que la única seguridad que se puede ofrecer es el cierre completo de todas las plantas nucleares. Es la única posibilidad de garantizar la supervivencia del planeta. Además, el uso de las energías limpias de verdad, de las renovables, de las que no crean problemas de seguridad nacional, es necesario y su coste más barato.

De siempre, pero con más razón ahora, la energía nuclear no se puede incluir, como muchos pretenden, en un modelo energético limpio, seguro y sostenible. De nada ha servido la seguridad que mostraban las plantas nucleares de Fukushima con un reactor como el de Garoña, con un pésimo sistema de contención, pues los sistemas de refrigeración de emergencia del núcleo del reactor funcionan con electricidad; pero estos quedaron afectados tras el terremoto y, según el protocolo de seguridad, deberían haber entrado en funcionamiento inmediatamente los generadores diesel de emergencia de la central. Mas estos tampoco funcionaron. Entonces, empezó la cuenta atrás. El combustible nuclear, sin ser refrigerado activamente, empezó a sobrecalentarse. El agua en el interior de la vasija del reactor empezó a evaporarse, el vapor a aumentar la presión del interior de la vasija, y el combustible al descubierto sin agua que lo enfriase. Este fue el principio de un accidente por pérdida de refrigerante, el peor que se puede dar en una central nuclear. De esos que, según la industria nuclear, nunca pueden ocurrir. Ja, ja, ja. Incluso no se puede descartar que la situación pueda avanzar hacia una fusión total del núcleo de la central, como se dio en Chernobyl. Todo este proceso podría ir muy rápido o tardar varios días, dependiendo del estado del sistema de refrigeración que no refrigera. Tela marinera.

Hasta hace pocos días los lobbys nucleares habían comenzado la campaña de “hay que abrir el debate nuclear”; es decir, hay que construir más centrales nucleares y hay que prolongar la vida de las existentes. Pero este debate naufragó en el tsunami japonés. En ese momento, los políticos avezados, saben por situaciones similares que se trata de dar información con cuenta gotas, filtrada, y de machacar con todos los medios a su alcance a través de las declaraciones de expertos independientes que aseguren que eso sólo pudo ocurrir en Chernobyl o en Fukushima, porque la seguridad de nuestras centrales es constantemente verificada y, además, vamos a seguir aplicando aún más seguridad, bla, bla, bla, etc., etc.

Ya no me pone Garoña, ni los expertos independientes, ni mucho menos los lideres políticos bien pagados, ni por asomo los mudos políticos regionales. Hoy día tan sólo la ecología política ha mantenido un discurso éticamente honesto, al advertir que uno de los mayores retos a los que se enfrentará la Humanidad en las próximas décadas será el cambio del modelo energético, porque el actual modelo, basado en los combustibles fósiles y la energía nuclear, está llevando al mundo a una crisis ecológica sin precedentes. Por ello es necesario y urgente superar el actual modelo, donde no hay espacio para las centrales nucleares, que de modo ordenado pero urgente deberán cerrarse y ser sustituidas por las energías limpias y renovables.

 

 

HOMBRES CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA

Sabemos que la desigualdad tiene su origen en pautas culturales, sociales y religiosas que perpetúan la condición de inferioridad que se otorga a la mujer en la familia, el trabajo y la sociedad. Y si asistimos a un cambio y transformación de la masculinidad es gracias a las conquistas de la revolución feminista y a los valores de la igualdad y la coeducación, que han acabado con los viejos roles de la mujer ama de casa abnegada y el hombre dominante que trabaja fuera de casa y alimenta la familia.

El reconocimiento de la dignidad humana implica considerar que varones y mujeres nacemos como sujetos iguales en derechos y deberes, que podemos desarrollar las mismas capacidades y habilidades, realizar las mismas tareas productivas y participar paritariamente sin otras diferencias que las que provienen de nuestra individualidad. En este momento es necesaria una actitud solidaria entre ambos géneros que permita que las relaciones en el ámbito doméstico sean simétricas e igualitarias a través de la  incorporación de los hombres a las tareas del quehacer doméstico y las responsabilidades familiares.

El ámbito privado o doméstico es donde mejor se expresan los logros acerca de la igualdad entre los géneros, porque si bien algunos hombres han emprendido la ardua y costosa tarea de equiparar su dedicación en condiciones de igualdad a la mujer (dadas las resistencias del conjunto de los hombres, como de aquellas mujeres que ven en la apropiación del espacio privado y doméstico por parte de los hombres una pérdida de su identidad de género), también es cierto que este sigue siendo el espacio de poder de la mujer, el espacio donde mejor se expresa la relación patriarcal de una sociedad dualizada, que ha cedido el espacio público, fuente de recursos y poder, a la primacía del hombre. Así mismo son necesarias las políticas institucionales que revaloricen el trabajo reproductivo (cuidado de la infancia, personas enfermas y mayores…) e impulsen un reparto equilibrado de la carga de trabajo entre varones y mujeres. Entretanto se puede hablar de coexistencia de múltiples situaciones, desde las propiciadas por un proceso de aculturación de género y adopción de roles masculinos, hasta las más tradicionales y conservadoras que mantienen la “jornada interminable” y el eterno status de género domesticado.

Mientras esto no se produzca seguiremos percibiendo a multitud de hombres que no han logrado transformar y adaptar los roles tradicionales, continuando instalados en un machismo atávico que les impide aceptar las nuevas realidades de igualdad de género, tanto en el ámbito público como en el doméstico, que ha conducido en muchos casos a un aumento de los divorcios, cuando no de la violencia y la muerte. Y es que la violencia contra las mujeres no ha cesado en los últimos años pese a que la lucha por la igualdad ha tomado carta de naturaleza en la sociedad. La causa fundamental que provoca esta violencia reside en el modelo de sociedad que sitúa a la mujer en una posición de inferioridad respecto al hombre, así como en los patrones culturales discriminatorios hacia la mujer; es decir, las mujeres son las víctimas primordiales de una violencia ejercida por hombres, significando, por tanto, una violencia sexista y machista. Además, no es una violencia que se de en el ámbito familiar o doméstico, sino que es una violencia que se produce en la pareja, haya o no convivencia de por medio.

Sabemos que para el conjunto de los varones no es fácil aceptar públicamente la violencia y la desigualdad si no son ellos quienes la han promovido. Frecuentemente no la viven tanto como un conflicto individual cuanto como un conflicto social, enmarcado en la agresión a su propia identidad e imagen social como colectivo genérico. De ahí que sea necesario que los hombres como colectivos asuman su responsabilidad en la existencia de las desigualdades y la violencia. Hace falta políticas de igualdad dirigidas a los hombres que faciliten el cambio hacia posiciones más favorables a la ruptura con el modelo tradicional masculino. Hacen falta referentes sociales que nos permitan superar el machismo atávico, porque de ese modo ganaremos en autoestima y desarrollo personal, nos reencontraremos con nuestras emociones, ganaremos en autonomía personal y funcional. Tendremos una sexualidad más completa y satisfactoria y ganaremos en salud. Descubriremos una nueva paternidad más cercana, responsable y solidaria. Disfrutaremos de mejores relaciones de pareja y, sobre todo, nos convertiremos en personas más justas y solidarias.

A esa tarea se emplaza a todos los hombres contrarios a la existencia de desigualdades de género y  contra la violencia machista, en la convocatoria de una Rueda de Hombres que tendrá lugar en la plaza del Ayuntamiento de Logroño el jueves 21 a las 19,30, bajo el lema “EL SILENCIO NOS HACE CÓMPLICES. VIVAMOS SIN VIOLENCIA”,  y que nos permitirá manifestar nuestra voluntad de acabar con la desigualdad y la violencia de género, fortaleciendo la visibilización de otra masculinidad.

EL NEGOCIO DE LA AP-68

Esta historia sobre el negocio de la AP-68 comenzó a gestarse en mi cabeza recordando aquel diciembre de 2008 cuando ABERTIS acordó la compra de activos de ITÍNERE por 621 millones de euros. Entre otros activos se encontraba el 50% de Autopista Vasco-Aragonesa, S.A. (“AVASA”), concesionaria de la autopista AP-68 y en la que ABERTIS  ya controlaba el otro 50%. Esta autopista fue construida por AVASA (un consorcio constituido por bancos y cajas con mayoría del BBVA), entre 1973 y 1979 y tenía una concesión de 22 años que finalizaba en noviembre de 1998. Este consorcio sólo tenía que acreditar un capital social del 10% de la inversión total prevista, pues el resto se gestionaba con créditos blandos y avales del Estado hacia el mercado de capitales, todo ello soportado por la emisión de deuda pública, la misma que dichos mercados de capitales exigen en estos momentos al gobierno de España que amortice rápidamente a costa de los trabajadores españoles.

Como la concesión hasta 1998 resultaba escasa para la voracidad de AVASA consiguió una prórroga hasta noviembre de 2011, y como todo beneficio es poco para el capital, en 2000 el gobierno de Aznar amplió la concesión hasta 2026 haciendo imposible su rescate, medida que fue duramente criticada por el gobierno del País Vasco y por el gobierno de Aragón que al menos consiguió liberar la autopista desde Gallur hasta Alagón salvando la circulación por Zaragoza. El gobierno de La Rioja presidido por Pedro Sanz no podía permitirse protestar las decisiones de su líder y acató la decisión con entusiasmo partidista.

Aprovechando esta coyuntura de concesiones que van más allá del medio siglo (53 años), el BBVA vendió AVASA a ABERTIS y a SACYR obteniendo una plusvalías de 240 millones de euros. Ya en 2008, cuando SACYR vende su 50% a ABERTIS, su presidente, Luis F. del Rivero declaró que desde que adquirió las acciones de BBVA en 2000, éstas se habían revalorizado 22 veces más. Todos ganaban a espuertas con la AP-68, y hasta ese momento los negocios financieros con la colaboración de los gobiernos estaban saliendo redondos.

ABERTIS, en su afán de ser un referente mundial de las comunicaciones (la mayor concesionaria de carreteras, la red de distribución de la señal de televisión terrestre, satélites –Eutelsat e Hispasat-, e intereses en treinta aeropuertos de nueve países), se había lanzado de lleno a la hegemonía en alguno de estos campos, por lo que los problemas de AVASA por el descenso en el tráfico de vehículos apenas suponían un pequeño picotazo en los resultados finales. AVASA había observado que la intensidad media diaria registrada en 2009 había alcanzado los 13681 vehículos/día y esto suponía un descenso del 7,1% respecto a 2008; ya en 2008, el descenso había sido de un 16,8%, por lo que urgía adoptar nuevas estrategias que corrigieran y compensaran esta pérdida de vehículos en circulación. Entre otras se encuentra la adoptada para el tramo riojano y principalmente la liberación del tramo logroñés.

Primero conveniaron con el gobierno riojano la amortización de un peaje corto que aliviara el paso de vehículos por la ciudad de Logroño y posteriormente lo fueron ampliando hasta tomar todo el territorio riojano (ya saben que recorridos en el día y por el sistema de Via-T). Como eso es demasiado oneroso para el mismo gobierno regional que había admitido la prórroga de la concesión hasta 2026, se empezó a exigir la participación del gobierno nacional, que sometido a las presiones electorales, decidió apoyar la liberación de tramos de autopista mediante su cofinanciación. De este modo, y pese a que no tenga vehículo o no circule por la AP-68, cualquier riojano estará colaborando hasta tres veces en los beneficios de AVASA, una mediante la emisión de deuda pública; dos mediante los presupuestos del gobierno regional y tres, a través de los presupuestos generales de la nación.

Así, no me extraña que se multiplique el valor de las acciones de AVASA, hoy propiedad de ABERTIS y dentro de poco vaya usted a saber de quien, si tal y como se anuncia, ABERTIS cae en manos del fondo capital riesgo (CVC) que ni tiene capital ni se arriesga.