VIAJAR

Viajar es para quienes pueden viajar, porque de entrada no todos pueden viajar, sólo los occidentales y los ciudadanos de países reconocidos por éstos, y aun éstos últimos con dificultades, pues sus gobiernos pueden denegarles el pasaporte, y los gobiernos de los países de destino el visado. Y si pasan esos filtros administrativos, aun tienen otros que salvar como demostrar solvencia económica, adquirir plazas hoteleras y todo aquello que permita valorar que no se van a quedar una vez finalice el plazo establecido en el visado de entrada. Todos sabemos que los papeles que rellenamos en frontera no son sino una sarta de mentiras que necesariamente hay que firmar y que justifican la mala gestión administrativa, y así y sin empacho podemos decir que aceptamos todas las normas consuetudinarias, que no somos extremistas ni fundamentalistas, que venimos de visita y no a trabajar, así como todo  lo que les venga en gana a sus iluminados consejeros. Lo importante es declarar nuestro ánimo de contribuir a las arcas del país al que te diriges y que una vez agotados los recursos económicos nos iremos por donde llegamos porque de lo contrario nos declararán ilegales, carne de cárcel y expulsión.

Es verdad que hay muchos que consiguen pasaporte, visado y hasta disponen de recursos económicos para viajar seguros, pero sabemos que según sea el origen nacional algunos tienen vedados aeropuertos, puertos y estaciones. En este caso toman la incierta aventura de la inmigración irregular, pagan a los coyotes que les embarcan en botes inundables o piragüas de la muerte encomendándose a la naturaleza con la vana esperanza de llegar a la Europa que tanto han contemplado en las televisiones, gracias a los satélites de esas mismas potencias que ahora les niegan el paso.

Yo quería ir al Golfo de Guinea, concretamente a Douala (Camerún) y el viaje barato (low cost) consistía en coger la compañía Turkish Airlines que además de financiar el mundial de fútbol parece que también tenía dinero para una revista de papel couche de alto gramaje y fotografías a color de gran tamaño con el  desarrollo del autogolpe militar de Recep Tayyip Erdoğan  ofreciendo a los pasajeros de la línea  un recorrido visual desde las primeras noticias que aparecieron en occidente hasta el triunfo del eufemísticamente denominado moderado islamista Erdoğan. Toda la revista es patética y se encuentra en la línea publicitaria con la que se envuelven otros moderados dictadores y/o militares. Pobres millones de viajeros que una vez pensaron llegar a Europa y se quedaron a vivir en los campos de concentración turcos.

Me dicen que gracias a los vuelos baratos hay más gente que viaja a otros lugares del mundo, y puede ser cierto porque en los viajeros se cifra el beneficio de las compañías aéreas, pues aumentando la clientela lograron competir con ventaja frente a los compañías tradicionales cuyos resultados no están sólo función del número de pasajeros sino en función de los servicios prestados, por ejemplo mediante la distribución de los asientos creando un espacio por butaca superior a las lineas low cost, o destinos sin escalas o bien un tratamiento individualizado de los pasajeros, eso sí, distinto a los VIP, y los menús. Una estrategia reconocida fue limitar el número de aceitunas en los menús, lo que permitió un ahorro sustancioso en las cuentas de resultados al cabo de un año. Curiosamente  me fijé en que Turkish Airlines utilizaba en su menú dos aceitunas, una verde y una negra, todo medido con exactitud matemática para que las plusvalías sean las más ajustadas según criterios financieros de cada compañía.

Hoy día, con la crisis financiera muchas de aquellas compañías tradicionales cambian de estrategia y deciden la fusión entre ellas o su diversificación estructural uniendo a su flota de vuelos tradicionales otra flota de vuelos low cost, de modo que todas compiten en las mismas condiciones, con sus flotas de locos y de vuelos tradicionales, de modo que se organizan en torno a la demanda de dos tipos de pasajeros en función de su capacidad adquisitiva. A unos los consideran como de valor añadido y a otros los consideran de segunda clase embutiéndolos en paquetes turísticos del «Todo incluido».

Y luego están los aeropuertos, elementos que hasta ahora se consideraban subsidiarios de la implantación de líneas aéreas o vuelos regulares, pero que  con la publicidad del miedo y la paranoia del terrorismo han pasado a ser un elemento crucial en el gran negocio del viajar. Todos los pasajeros nos hemos visto de un modo u otro obligados a pasar por controles infames y humillantes y además obligados a pasar varias horas del viaje en estos interminables hormigueros humanos cuya única salida es la llamada del embarque, y donde la única opción vital que se ofrece es la del consumo. Con una clientela fidelizada durante horas, los aeropuertos se han convertido en un objetivo financiero y comercial de primer orden. Además el negocio estaba asegurado desde el momento en que construidos y pagados por los contribuyentes han sido malvendidos a grupos financieros, unas veces aduciendo pérdidas y otras ensalzando la eficaz gestión privada, ahora bien, sin la pesada carga de los trabajadores, los cuáles nunca entran en los acuerdos como no sea para  atender a sus despidos.

 

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SEXO, MENTIRAS Y JUBILACIONES

Hoy día mantenemos una variopinta actividad sexual regida por los principios éticos de la libertad y la igualdad y en unas condiciones de vida cercanas al bienestar. Desde muy jóvenes la atracción por el sexo es una constante sin la intervención del principio de la moral patriarcal que unía el deseo y el acto a la finalidad de la reproducción. La libertad da lugar a la diversidad de formas de relación sexual no impuesta lo cual permite otras formas de convivencia que no son escuetamente las del matrimonio, y aun éstas, admiten la existencia de relaciones entre personas del mismo sexo, o el matrimonio sin hijos. No obstante esta libertad y el aumento de la tolerancia, los matrimonios siguen disminuyendo, se formalizan a edades cada vez más tardías y, en uno de cada cuatro, uno de los contrayentes es extranjero. Por otra parte, si los matrimonios descienden las rupturas siguen en aumento mientras el indicador coyuntural de fecundidad que mide el número de hijos por mujer fértil se mantiene muy por debajo de la tasa de reposición generacional. Las mujeres que acceden a la maternidad lo hacen a edades cada vez más avanzadas, teniendo en cuenta el dilatado período de formación y su tardía incorporación al mercado laboral, todo lo cual les impide adoptar decisiones de esa naturaleza antes de los treinta años. Las relaciones autoritarias de la familia patriarcal han dado lugar a unas relaciones familiares más plurales y solidarias, que se insertan en la red amplia de parentesco más allá del lugar de residencia. Son redes de relación y afectos que amortiguan entre sus integrantes las carencias de provisión pública.

Y entramos en el meollo de las mentiras sobre las que se ha construido el proceso de reformas, actualmente en la fase de revisión de la edad de jubilación. Expertos demógrafos y economistas, generosamente remunerados por entidades empresariales y financieras, sirven como plataforma teórica sobre la que se fundamenta el desmontaje del austero y poco desarrollado Estado del Bienestar español. Así, el principio de las mentiras asume que el actual sistema de pensiones será inviable en veinte años, teniendo en cuenta el índice de envejecimiento, el aumento de la esperanza de vida, el descenso de las tasas de natalidad y la estabilización de los flujos migratorios; es decir, teniendo en cuenta la fotografía demográfica actual y señalando estos indicadores como la causa que justifica el desmantelamiento del sistema de pensiones.

Cuando una mentira se repite muchas veces y desde supuestamente distintos expertos, termina por tomarse como una certidumbre y, sin embargo, desde que estudiaba demografía hasta hoy (y de eso hace muchos años), todas las proyecciones demográficas se han equivocado, y no porque los demógrafos no contarán con rigurosos y metódicos instrumentos de medida, sino porque se trataba de algo tan sujeto a variaciones como es el comportamiento humano, el comportamiento social. Entonces, ¿podemos tomar en serio un estudio, o a un experto, que señala la mayor conquista social, como es el aumento de la esperanza de vida, como un problema? ¿Podemos tomar en serio a quien identifica el aumento de años de vida libres de trabajo para dedicarlos al ocio, a la familia, a los amigos o a la comunidad, como un problema social? ¿Podemos creernos de verdad que vivir más años libres de enfermedad es un logro que hay que malograr, trabajando más hasta lograr enfermar? Yo creo que no, que todo ello es un conjunto de mentiras que cumplen el objetivo de no dejarnos pensar, de acallar a quienes exigimos que la jubilación sea discrecional, desde los 50 hasta los 70 años de acuerdo a las profesiones y a los deseos de los trabajadores, porque no puede ser lo mismo arrastrar un cuerpo exánime que disfrutar de un cuerpo sano; porque no es lo mismo ocupar el tiempo de ocio en negocio, ni el tiempo libre para nuestro propio enriquecimiento en tiempo ocupado para el enriquecimiento de otros.

Resulta cuando menos contradictorio que el sistema de pensiones más saneado y equilibrado de la Unión Europea, con un fondo de reserva (eso que llaman la hucha de los jubilados), superior a los 64.000 millones de euros, se mantenga a costa de congelar este año las pensiones. Y aún más contradictorio es que se nos quiera hacer creer que es para mantener el sistema de pensiones en el futuro, cuando según expertos y estudiosos hará crack el sistema. Pero, ¿qué es eso de hacer crack el sistema de pensiones? ¿Se trata de evitar que sea deficitario?, es decir, que las aportaciones de los trabajadores actuales a ese fondo solidario para con los jubilados sea inferior al gasto de los mismos. Pero, ¿acaso no hay instituciones estatales que viven en el déficit y no por ello hacen crack como vaticinan estos expertos en el engaño y la mentira? Citaré sólo por encima al Sistema Nacional de Salud y el Sistema Educativo Público, ambos deficitarios, y a los que ya les han hincado el diente privatizador, incluso esperando aumentar la tajada en cuanto puedan. Pero sobre lo que quiero incidir, es que nadie exige reformas en el sentido de que consigan superávit económico de más de dos mil millones de euros, como así ha ocurrido en 2010 con las cuentas de la Seguridad Social, y pese a la crisis.

Y qué me dicen de la institución llamada Ejército cuyo mantenimiento cuesta un millón de euros diarios al contribuyente español. ¿No habría que hacerle una reforma en profundidad para que no sea tan deficitario? Por ejemplo, eliminándolo de la vida pública española y dejándolo en el Museo, porque allí rentaría algo a los españoles. Y ¿qué me dicen de la institución eclesiástica?, ese monopolio de los valores, la verdad y la ética, que se siente por encima de la Constitución. En fin, no hablemos más de instituciones deficitarias  y dejen libre el camino para la jubilación voluntaria a partir de los 50 años, mejoren el sistema de pensiones haciéndolo más equitativo, aumentando las contribuciones a la Seguridad Social. Sobre todo piensen en el futuro de la sociedad española apoyando ese futuro mediante el aumento del porcentaje del PIB destinado a las familias (ayudas al nacimiento, mensualidades por hijo, permisos laborales, flexibilidad de horarios, actualización y universalización de las ayudas, etc.). No se dejen engañar por las mentiras repetidas y gocen del éxito de una jubilación con más años y salud, donde el sexo sigue siendo una fuente de bienestar.

CUANDO EL RIO SUENA AGUA LLEVA

En un informe procedente del grupo mundial sobre migración, integrado por doce agencias de la ONU, el Banco Mundial y la Organización Internacional de Migraciones, se denuncia la situación de los derechos humanos de los inmigrantes en situación irregular (Statement of the Global Migration Group on the Human Rights of Migrants in Irregular Situation). En su comunicado manifiesta la preocupación por el incumplimiento de tales derechos en numerosas ocasiones, con especial preocupación para la situación de los menores y de las mujeres. Insisten en  la importancia de que todos los Estados velen por el respeto de los derechos humanos, independientemente de la situación administrativa del migrante, evitando los abusos de autoridad que se producen desde los poderes públicos. Es decir, constatan que además del incumplimiento de respetar y aplicar los derechos humanos entre la población en situación administrativa irregular, se producen habitualmente abusos de autoridad

Por otra parte se ha  publicado el Informe (http://www.eurocities.eu/main.php) que la organización Eurocities ha elaborado sobre exclusión social y desigualdades en las ciudades europeas. Es un trabajo de investigación que sobre la base de más de veinte ciudades europeas, explora cuestiones como el desempleo, la pobreza y la exclusión digital, y donde se describen las medidas concretas que las ciudades están adoptando para responder a estos desafíos. En el Informe se recuerda que la pobreza y la exclusión social son fenómenos complejos, con diferentes dimensiones muy relacionadas entre si, en las que se combinan el desempleo, la mala calidad de la vivienda, las bajas cualificaciones de la persona, peores condiciones de salud y poca participación social, destacando como víctimas de esta situación a la población inmigrante. El Informe recuerda que las ciudades tienen por si solas poco control sobre estas situaciones y llama a una mayor coordinación entre las diferentes administraciones y sectores implicados. Es decir, coordinación entre las diferentes administraciones públicas; en nuestro caso entre la central, autonómica y local.

Continúo. La última semana de septiembre se celebraron en La Rioja las XXV Jornadas de coordinación de los Defensores del Pueblo, sobre “el impacto de la crisis económica en el ejercicio de los derechos de las personas”,  de donde se han derivado unas interesantes conclusiones en las que se realiza un perfil sobre las personas que acuden a ellos (entre los que se encuentra la población inmigrante), el tipo de quejas y consultas que se realizan por éstas, así como un diagnóstico sobre las consecuencias sociales producto de la crisis. Entre otras conclusiones los Defensores del Pueblo señalan que “debe mantenerse el acceso de las personas inmigrantes a los derechos sociales y a todos los servicios públicos universales evitando todo brote de xenofobia y racismo”. Más claro agua, y entiendo que algunas  administraciones o autoridades públicas ponen en entredicho los derechos sociales o el acceso a los servicios públicos desde consideraciones como la vestimenta, residencia, irregularidad o desempleo.

Precisamente el desempleo entre la población inmigrante (en septiembre de 2010 ascendió a 573.210 personas: 181.630 eran comunitarios y 391.580 extracomunitarios, con un  incremento interanual y mensual de 71.892 y 4.351 personas), es muy superior a la de los autóctonos, tal y como muestra el Boletín Económico del Banco de España que publica un informe sobre la evolución del empleo y del paro a partir de los datos de la EPA del segundo trimestre de 2010. En este informe se destaca la estabilidad en el volumen de las entradas y salidas de la población inmigrante, en comparación con el notable descenso del flujo de entradas en 2009. En la población activa siguió el descenso de la población masculina, mientras que se mantuvo el de la femenina, estando la tasa de actividad de los extranjeros en más de diecinueve puntos por encima de la española (76,9 y 57,7 %). También la tasa de desempleo fue doce puntos superior entre la población trabajadora extranjera (30,2 y 18,2 % respectivamente).

Cifras e Informes que aunque suenan no hacen mucho ruido, pero nos señalan el peligro cierto, que la lasitud de los poderes públicos ante los mensajes racistas y xenófobos y su protagonismo en la conculcación de derechos humanos o sociales, entraña para la convivencia y la cohesión social de la ciudadanía democrática.

ALEMANIA Y EUROPA

Tras un corto periodo vacacional de alpargata y chancleta como corresponde a la crisis, volvemos la mirada hacia la prensa, y observamos que Alemania sigue ocupando las cabeceras de los medios económicos y políticos como ya ocurrió con el semestre de presidencia española, más parecido a un semestre de presidencia alemana con administración española. Angela Merkel y el Bundesbank marcan la línea editorial acerca de la crisis económica y política del proceso de construcción europea y su modelo social conservador y neoliberal.

No sólo decidieron la sumisión de Grecia a sus dictados económicos, sino que trasladaron la desconfianza hacia España, Portugal e Italia (como se puede comprobar todos países mediterráneos). Ello supuso que los mercados financieros actuaran con gran voracidad sobre la deuda de estos países como si no formaran parte de una Europa unida por una moneda, el euro; y supuestamente por unas relaciones comerciales y políticas entre iguales.

Continuamente se define Alemania como el principal motor de la economía europea; la locomotora a la que se enganchan los países centroeuropeos y Francia como vagones de primera, mientras los países mediterráneos viajan en segunda, y los países de la reciente ampliación al este en los vagones de tercera. Y así, con la maquinista Angela Merkel, el Banco Central Europeo y su primo el Banco Central Alemán (el Bundesbank), se supone que Europa viaja en un tren de alta velocidad compitiendo con los trenes americanos y asiáticos.

Pues vaya engaño el de este tren que más que de alta velocidad es de alta austeridad, con crecimiento económico para unos pocos y deterioro general para la mayoría de los viajeros. La locomotora alemana crece gracias a sus exportaciones y no gracias al consumo interno de los alemanes (por lo que poco nos compran y mucho nos venden, aumentando nuestro déficit). Y no puede haber consumo interno si los salarios no crecen o disminuyen como recomiendan a los vagones de segunda (España) y tercera. Y como para financiar la deuda y el déficit, Alemania y los bancos alemanes tienen sus arcas rebosando euros, nos los prestan con condiciones que pueden asfixiar a países como Grecia, obligados incluso a vender territorio hasta la paradoja de existir colonias alemanas en suelo europeo sin necesidad de ejercer las políticas de anexión hitlerianas.

Y como las políticas de austeridad recomendadas a los socios enganchados a la locomotora alemana pasan por desgravar las rentas de capital, reducir el impuesto de sociedades y eliminar el impuesto de patrimonio, estos socios se ven obligados a disminuir o eliminar sus políticas sociales y gravar las rentas del trabajo, aumentando los ingresos por IVA, sosteniendo con garantía el pago de la deuda y la propuesta de reducción del déficit al 3%.

Yo abogo por desengancharnos de esta locomotora austera y voraz que es todo menos europea. Digo esto al hilo de las declaraciones de Thilo Sarrazin, político socialdemócrata y uno de los directores del Bundesbank, en su presentación del libro «Alemania se está deshaciendo a sí misma», donde concluye que los alemanes están en peligro de convertirse en extraños en su propio país a causa de las bajas tasas de natalidad (y yo añadiría las altas tasas de dependencia por ser el país más envejecido de Europa), y por las altas tasas de natalidad de los inmigrantes (he aquí el meollo de la cuestión), principalmente de países musulmanes. Tiene gracia esto de utilizar la expresión «cabeza de turco» para señalar a los turcos como los responsables del deterioro de una Alemania de alemanes. Todo parte de considerar a los alemanes de origen turco como turcos en vez de como alemanes y quitarles todos los derechos con la invocación de que no se quieren integrar en la sociedad alemana.

Recuerdo aquellas primeras lecturas que señalaban la construcción europea a partir de la cultura grecorromana, una construcción europea integrada por los países mediterráneos desde Constantinopla (Turquía) hasta Tarragona (incluyendo Egipto, Palestina, Libia, etc.), países denostados hoy por ser de mayoría musulmana; y que en aquella época de construcción europea, los bárbaros, los que estaban fuera de las fronteras de la cultura, la política, la economía y las comunicaciones eran los pueblos eslavos. Y cómo después  Europa sufrió la irrupción y la invasión de los bárbaros hasta su desmembramiento. Desde entonces, qué poco parece haber cambiado la historia de las relaciones entre Alemania y Europa.

DAÑOS COLATERALES

Los daños colaterales de la crisis son reales, muy reales, y no son un eufemismo militar con el que se justifican las matanzas de civiles. Sabemos que esta crisis (económica, financiera, de empleo) está ocasionando daños en primer lugar entre los más expuestos, los más vulnerables, los más débiles: la población inmigrante. Y en segundo lugar entre el resto de la ciudadanía que ve como la oportunidad de integrar, incorporar este paisaje diverso a sus vidas, a la estructura social, se desvanece en beneficio de quienes exhiben con impudor los mensajes xenófobos de que los inmigrantes roban el trabajo a los autóctonos y se aprovechan de los recursos de un Estado del Bienestar, aún en mantillas.

Y resulta cuando menos curioso, que el mensaje “Esto lo arreglamos entre todos” a iniciativa de la Fundación Confianza formada por las Cámaras de Comercio y las principales empresas del Ibex 35, haga uso en su campaña publicitaria de personajes y personas que supuestamente son una imagen representativa de la sociedad, pero donde casualmente no aparece ningún inmigrante, auténtico emprendedor donde los haya, si tenemos en cuenta que es capaz de salir de su país, aprender otro idioma, habituarse a otras costumbres y realizar un sin fin de ocupaciones, dentro de un proceso de movilidad laboral como nunca han conocido los trabajadores europeos. Estos emprendedores, pese a que constituyen el 12% de la población española, han sido escamoteados e invisibilizados de la campaña de “entre todos”.

Para visibilizarlos se encuentran las políticas migratorias, que en tiempos de crisis ponen el énfasis en los retornos y el cierre de fronteras cuando la realidad migratoria nos habla de inmigrantes arraigados que buscan un futuro pese a las nuevas adversidades laborales o de empleo, que buscan reagrupar a su familia frente a las leyes que se inclinan por la separación y la división, y que intentan utilizar sus habilidades y capacidades pese a que las ofertas de empleo son siempre de poca o escasa cualificación, ignorando y despreciando el gran capital humano que a coste cero se ofrece al desarrollo del país.

La diferencia cuantitativa entre los que entran y salen, pese a que sigue siendo positiva, está muy lejos de cuanto ocurría hace tres años. Hoy son muchísimos menos y los desplazamientos son más por el interior del país. Y es que las corrientes migratorias son autónomas y responden a otro tipo de impulsos no necesariamente vinculados a la situación económica o de empleo de los países de destino. En estos momentos, las personas que llegan a España vienen con el afán de quedarse, reagrupar a la familia y asegurar el porvenir de las siguientes generaciones. No lo tienen fácil, pues mientras que la tasa de paro de los españoles alcanza el 17% de la población activa, la cifra se sitúa en el 30% entre los extranjeros.

La crisis les afecta mucho más que a los trabajadores autóctonos y ocasiona graves daños en su salud. El pasado viernes cinco de marzo, en el III Encuentro Internacional sobre Migraciones celebrado en la Universidad de La Rioja, escuchaba en una mesa integrada por representantes de asociaciones algunos relatos personales, como el de Fátima que tras años de trabajar en España donde tuvo a sus tres hijos le planteaban que volviera a su país. Qué debo hacer se preguntaba. Y aún recordaba que peor situación tenían otras personas que ayudaban con sus exiguas remesas a la familia que había quedado en el país de origen y, que al interrumpir los envíos, sospechaban que habían dejado de quererles o importarles su suerte.

En peores circunstancias se reconocía Zephirin, pues tras dieciséis años en España sin  haber visto una sola vez a su familia, y sin poder ayudarles en este momento, sufría porque tampoco podía volver con la sensación de fracaso, de haber perdido los años sin haber conseguido una pequeña meta que justificara ante los suyos tantos años de ausencia. La vergüenza del fracaso le producía depresión y ansiedad.

Tan sólo Nargis demostraba cierta entereza al hablar de la oportunidad que la crisis había traído a las mujeres de su comunidad, encerradas en sus casas al cuidado y crianza de los hijos, pero que en este momento necesitaban trabajar y, para ello, habín dispuesto aprender el idioma que hasta entonces no habían necesitado.

Pequeñas historias que recrean la coyuntura de la crisis en el campo de los ciudadanos más vulnerables, más precarios, más excluidos. Algunos con estrés crónico y múltiple (síndrome de Ulises); con desarraigo social y sin apoyo familiar o de la comunidad de origen. Otros trabajando con alto riesgo para su salud o sin contrato, y con la responsabilidad de mantener a la familia que dejaron. Con problemas de comunicación o de costumbres, huyendo del choque cultural o del mestizaje. Con desconocimiento del alcance de los sistemas de protección social. Con problemas para regularizar su situación administrativa de una vez para siempre (unos disfrutan del estatuto comunitario por nacimiento o matrimonio mientras que otros se someten al régimen general o extracomunitario). Con problemas para reagrupar a su familia o para evitar su expulsión. Inestabilidad legal, fragilidad, segmentación, discriminación. Los daños colaterales de la crisis.