HASTÍO

¿Cómo podríamos definir el periodo electoral compuesto por cuatro años de deslegitimación de los gobiernos electos para demandar nuevas elecciones? Y cómo a cuatro años de falta de acuerdos y consensos en la elaboración y aprobación de proyectos de ley. Y cómo a cuatro años de propaganda electoral en todo tipo medios, desde los escritos hasta los audiovisuales, pasando por las redes, donde podemos ver que ya se utilizan hasta programas automatizados (los ya cotidianos “bots”), para insultar, ultrajar y difamar, o bien para alabar, elogiar y ensalzar a enemigos o amigos según sea la orientación política del programador, bien sea este autónomo o a sueldo. Yo lo interpreto por sus consecuencias, que son las del hartazgo.

¿Y cómo definir el cuarto año de esos periodos cuatrienales, señalado como el año de las elecciones municipales, autonómicas (aunque en esta ocasión libran Galicia, Euskadi, Catalunya, Andalucía y Castilla y León, que ya pasaron por la urna en su momento), y generales?. Pues yo diría que, como cuando hablamos del día de la marmota, este año podríamos definirlo como el del muermo.

Y aunque nos han dicho que la campaña electoral de dos semanas no empezará hasta el doce de mayo, todos sabemos que la miríada de agrupaciones y partidos políticos están desde navidades en pleno ejercicio de lo que ellos denominan periodo preelectoral. Y eso sin contar que a pesar de que las elecciones generales no se celebrarán hasta diciembre, ya están todos metidos en faena, como si las de mayo no fueran sino un aperitivo de lo que esperan conseguir a finales de año, de tal modo que se confunden y se superponen los mensajes y los discursos, siempre empeñados en trabajar para los españoles y los ciudadanos, para los empresarios y los trabajadores, para agricultores y ganaderos, para los hombres y las mujeres, para jóvenes y viejos, etc., etc., y así hasta ocupar con sus alocuciones llenas de promesas a todas las personas que se encuentran con capacidad para votarles.

El cansancio que produce este largo y permanente periodo electoral ya no sólo produce aburrimiento, cansancio o fastidio, sino que llega al hastío.

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