ADOLESCENCIAS

Últimamente leo que adolescentes sufren o provocan bullyng, están sujeros a adicciones (alcohol, juegos de azar, drogas, internet…), padecen agresiones sexuales o son violadores, tiene problemas de salud mental y piensan en suicidarse o lo consiguen. Un ejército de orientadores, terapeutas y psicólogos se han puesto a justificar sus empleos dictaminando y diagnosticando ese tiempo todavía nebulosamente indefinido que es la adolescencia, pero lo ciertto es que no hay una dolescencia, sino un universo de adolescencias, como ocuree con las fases liminales.

Hace un tiempo, tan solo el de unas pocas generaciones, el tránsito entre la infancia o periodo de dependencia de los adultos, y la juventud o periodo de adquisición de madurez, autonomía e independencia, se producía mediante ritos de paso construidos y valorados socialmente.  Sin embargo, se ha introducido un nuevo estado de transición entre la niñez y la juventud; un estado donde no se es ni lo uno ni lo otro y donde no se percibe la persona ni como dependiente ni como independiente. Es más bien un estado liminal.

Coincide este nuevo estado de transición, con la gran importancia de ser joven en el contexto de la sociedad de consumo. Precisamente este estiramiento de los límites temporales de la juventud hasta edades que antes fueron consideradas propias del periodo de adultez o de madurez, ha dado paso a la creación y desarrollo de este nuevo periodo en el desarrollo humano que sirve de transición entre la infancia y la juventud y al que se ha denominado adolescencia.

En este sentido, la adolescencia no tiene unos límites o marcadores temporales precisos y se mueve en la inexacta e incierta cronología que abarca desde la niñez hasta la juventud, es decir desde los once y doce años, hasta los diecinueve y veinte. Tal número de edades comprendidas en dicho intervalo puede resultar una manera muy arbitraria de clasificar a las personas, pero así podemos entender mejor el proceso de construcción de la identidad adolescente que necesariamente es diferente para cada persona comprendida en esas edades, obligándonos de este modo a hablar de adolescencias y de adolescentes y no de la adolescencia de forma genérica para determinar a todas las personas comprendidas en estos marcadores temporales.

La adolescencia como la juventud no es más que una palabra inventada para escenificar tránsitos a la edad adulta, es un dato biológico socialmente manipulado y manipulable, pues la adolescencia y la juventud en el mundo occidental, han dejado de ser etapas de transición para convertirse en construcciones sociales, en etapas vitales cada vez más alargadas por la difícil y retardada incorporación al mercado laboral, entre otros factores.

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